Santiago Bayacora es un pequeño poblado que se encuentra a pocos kilómetros al sur de la ciudad de Durango . Los antepasados de Santiago recuerdan que cuando el gobierno intentó aplicar la Constitución Política sometiendo a control los actos religiosos y la vida de los sacerdotes, varias personas de esta y otras partes del país, buscaron defender sus creencias, rebelándose contra el gobierno. Se emprendió así una rebelión de los cristeros que en esta congregación encabezó el sacristán de la iglesia Trinidad Mora que como cristero atacó al enemigo por medio de guerrillas. La rebelión cristera se extendió desde el año de 1926 hasta después de 1930 y fueron muchas las víctimas de estos sucesos. Por ese motivo, el pueblo casi quedó desierto, sólo unas cuantas familias que no se enrolaron en el movimiento que no resultaron sospechosas, continuaron viviendo en el lugar. |
Dentro de los santiagueros más renombrados se hallaba una muchacha de nombre Ricarda Campos. Era muy conocida en la región por su belleza: de ojos grandes color de esmeralda, de cabello rubio, brillante y sedoso, nariz aguileña y labios finos tan seductores como esperando la caricia de un hombre. Su cuerpo alto y bien proporcionado; Siendo todo un conjunto de gran admiración que conmovía al mas escéptico caballero. Además su voz y comportamiento hacían gala de una persona alegre y sencilla, lo que le permitía fácilmente comunicase con los demás. De un aspecto sensual, bullanguero pero precavido.Gustaba de cuanta fiesta se realizaba en la región y complacía y a todos los que le invitaban a bailar, puesto que era su mayor diversión, permaneciendo hasta que la orquesta tocaba el último son. Su jovialidad se hizo tan popular en la región que varios jóvenes acudían especialmente de la ciudad de Durango a las fiestas de esa parte esperando tener la fortuna de bailar con la bonita Ricarda.
Ella por su parte también se deleitaba mostrando sus cualidades femeninas; circunstancia que despertó la inspiración de muchos que aprovecharon para cortejarla y declararle un apresurado enamoramiento, sin que ninguno fuera correspondido, porque ella mantenía la preferencia de seguir libre para disfrutar con toda holgura su juventud.
Así transcurría la vida jubilosa de aquella encantadora muchacha en la realización frecuente de los bailes por toda aquella comarca, hasta que un día llegó a oídos de uno de los hijos del alcalde de Durango, quien de inmediato se ilusionó de tener ante sí a aquella bailarina, ansiando pronto ser enterado de la realización de alguna fiesta para acudir en busca de aquella doncella, a la que aseguraba enamorar por cualquier medio hasta verla en sus brazos. A poco tiempo se cumplia aquel anhelo, pues el 25 de julio cuando los santiagueros celebran las fiestas del santo patrono, Santiago Apóstol, acostumbraban a cerrar los festejos de su iglesia con la celebración de un baile. Con esmero y cuidado, vistiendo un hermoso casimir y portando finas joyas, se traslado en un carro especial aquel ilusionado caballero en busca de la atractiva jovencita. Al llegar al jolgorio, luego dio con la prenda que le habían anunciado, pues ya se encontraban bien dispuesta para bailar con el primero que la invitara.
Se acercó a ella aquel joven apuesto dejando entrever su condición social y económica como queriendo cortejarla; la invito a bailar, lo cual ella aceptó gustosamente, con ello el caballero presumía el principio del triunfo de su conquista. Sin embargo a pesar de que mucho platicaron mientras que la orquesta amenizaba sus melodías, el obsesionado caballero no logró conseguir su propósito y sumamente decepcionado se regresó a la ciudad de Durango, y como despecho le comunicó a su padre en forma alevosa y exagerada que por el rumbo de santiago Bayacora se realizaban frecuentes orgías con excesiva venta de cerveza y mezcal. Estas eran las causas, según él por las que los vecinos con frecuencia se estaban rebelando contra el gobierno, por lo que le sugería ordenara cuanto antes la suspensión de todos aquellos fandangos, cosa que así fue.Esta disposición desde luego, vino a afectar la vida voluptuosa, de Ricarda, porque transcurrieron varios días y meses sin que en ese lugar se realizará ninguna fiesta.Desesperada por aquella mala temporada, una noche cuando en el oriente aparecía la irradiante luna llena, sentada en una vieja silla de tule, en el patio de la casa, envuelta en melancolía imploraba algún medio que permitiera conseguir la continuación de las fiestas en las casas de aquella región.
En eso estaba cuando se le ocurrió decir: -como quiero que pronto haya un baile en este pueblo, tengo muchas ganas de bailar, pues si ahorita el diablo me invita con el mismo que salgo a bailar.
No acababa de decir estas palabras cuando de repente se paro en aquel patio frente a ella, un jinete muy guapo montado en un gallardo caballo, que con voz ronca y suave le decía: -Ricarda, Ricardaaaa, vengo a invitarte a un baile que tiene lugar aquí cerquitas... acepta?? A lo que ella repuso, -pues si me espera a que me arregle, caballero galante, con gusto lo acompaño, siempre y cuando usted me lleve y me traiga. -Desde luego que si. Poco tiempo tardo en arreglarse y juntos salieron al rancho de Puerta de Cantera donde se realizaba el dichoso baile.. Ahí se divirtieron de lo lindo y cuando iba a amanecer le dijo el caballero a Ricarda Ricarda ya nos hemos divertido ¿ le parece a usted que volvamos a su casa?? A lo que Ricarda contesto afirmativamente. Iban los 2 montados en el brioso caballo a todo galope y cuando se aproximaban al panteón que se encuentra a mediación de estos ranchos se oyó el cantar de un gallo que anunciaba el amanecer.
Esta era la señal para que le diablo abandonara sus correrías por esta vida.
Así la joven Ricarda fue arrojada al suelo quedando envuelta en humo y un insoportable olor a azufre. Al clarear el día los vecinos quedaron sorprendidos de ver que la joven Ricarda en otro tiempo la mas bella muchacha de Bayacora estaba demacrada con quemaduras y rasguños en todo el cuerpo; y su linda cabellera además de ahumada desprendía un olor desagradable como de muchos días sin asearse. Cuando la gente quiso averiguar sobre estos hechos, ella contestaba que no recordaba lo que le había ocurrido. Esto fue un misterio que todavía mantiene muchos lugareños con la idea que fue el designio de Dios por la vida lujuriosa que llevaba |
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